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Broker’s, la ginebra de la City

No es que sea mi lugar preferido en la tierra, pero hay que reconocer que la City, el centro financiero de Londres, tiene su propia personalidad. Es la personalidad que han querido recrear los hermanos Dawson en su ginebra Broker’s, aparecida en 1998 (antes de la new wave ginebrera) y premiada repetidamente. Una ginebra modelo que merece la pena conocerse.

Con Broker’s vamos por el libro. Todo en ella sigue los estándares más respetables respecto a cómo se hace una London Dry. Partimos de alcohol de trigo británico y de la lista botánica más clásica que pueda imaginarse: enebro, cilantro, raíz de angélica y de lirio, corteza de naranja y de limón, canela, casia, regaliz y nuez moscada.

El “broker” con Constance.

Los botánicos se maceran 24 horas en el alcohol. La destilación se hace por quintuplicado. Y todo esto ocurre en una destilería bicentenaria de Birmingham, en un alambique John Dore de la misma edad. La receta también debe de llevar colgada en la pared desde entonces. Y todo esto enmarcado en un proyecto consciente, muy inglés y muy orgulloso de serlo.

Una London Dry magníficamente ejecutada; y más clásica imposible

Los autores de Broker’s consideran que si lo que nos gusta es la ginebra de verdad, la que hacían nuestros antepasados (bueno, los suyos) es forzosamente la buena. De ahí el sello de la casa, la figura del bróker, con su bombín y todo, que aparece en también clásica etiqueta de la muy clásica botella. Todo tirando a rancio, salvo en tapón, un delicioso bombín.

Así que nada de florituras ni innovaciones en estos 40 grados alcohólicos que evocan la vieja Inglaterra que dominaba el mundo. Mucho enebro de principio a fin, con las notas cítricas, florales y especiadas que cabe esperar y donde cabe esperarlas. En general resulta muy limpia, fresca y agradable. Nada que añadir, y lo que es más difícil, ni falta que hace. Una de las mejores ginebras que se pueden tomar.

¿Cómo servirla? Pues claro, amigos, con una buena tónica y un twist de limón. Merece la pena probarse sólo con hielo. Si te va la provocación, puedes apoyarte en los botánicos que lleva la receta, es decir, el enebro, las cortezas cítricas, el coriandro, tal vez el regaliz… Y si lo tuyo es la herejía, pues nada, métele una rodaja de melón y un par de violetas. Pero si te viera Churchill…

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