Después del interesante e inspirador repaso que nuestro compañero Carlos Dianez ha hecho sobre los Gin Tonics que echamos de menos en películas y series de televisión, hoy os presento uno de los cócteles más clásicos, a base de Ginebra, que apareció en la gran pantalla en una conocida película. Os hablo del Gimlet.
Es el cóctel preferido de Philip Marlowe, el célebre personaje de Raymond Chadler al que dio vida el mítico Humphrey Bogart en El sueño eterno (The Big Sleep, Howard Hawks, 1946) y que hizo que este cóctel volviera a posicionarse en la élite.
Aunque su invención parece remontarse a finales del siglo XIX, se popularizó durante la ya conocida Ley Seca, en la cual se forzó la producción de destilados de manera ilegal. La Ginebra fue, entonces, uno de los más demandados. Esta destilación algo ruda, proporcionó tantos buenos momentos como muertes, debido al exceso de metanol y otros productos, como el ácido sulfúrico, que se añadían para favorecer los rendimientos de las destilerías caseras. El sabor de esta Ginebra de bañera, como era conocida, era tan áspero que había que camuflarlo con otros ingredientes a fin de hacer más amigable su trago. La mezcla ideal se creó añadiendo un tercio de zumo de lima por cada dos tercios de Ginebra.
Hoy os dejo con unas propuestas de este clásico, muy fácil de elaborar pero de éxito asegurado, tan bueno para aperitivo, antes de comer, como para la sobremesa.
Su secreto reside en la temperatura a la que debe servirse, tan frío como el agua helada. Para ello, en un vaso mezclador previamente enfriado, añadiremos dos tercios de Ginebra helada y uno de zumo de lima bien frio junto con hielo; removeremos con una cuchara imperial y colaremos con un gusanillo antes de servir en una copa tipo cóctel (previamente enfriada, por supuesto), pudiendo decorarse con una rodaja de lima o su misma piel. Fácil y sencillo, pero magnífico.
Una versión modernizada y muy propia de estos tiempos estivales, consiste en realizarlo en su modalidad frozen, con una textura similar a un granizado. Para ello verteremos la Ginebra, junto con el hielo, en una batidora y añadimos, poco a poco, el zumo de lima hasta conseguir la textura deseada. Servimos en copa de balón y rayaremos un poco de piel de lima sobre la superficie de la mezcla, decorándola con una rodaja de lima. Para aquellos a los que les gusten los sabores más dulces pueden hacerlo con zumo de lima azucarado, aunque por el camino dejemos parte de la esencia del cóctel.
Y una última adaptación para aquellos que disfrutan de cocteles sin alcohol. Podéis seguir cualquiera de las dos recetas anteriores sustituyendo el destilado por sirope de Ginebra en menor cantidad, ya que su sabor está bastante concentrado y enmascararía la acidez y el aroma de la lima. Incluso, se puede combinar con un refresco de limón y beberlo con hielo, aunque su buen resultado solo estará asegurado para aquellos paladares que aman lo dulce por encima de todo. Además con este tipo de sirope podrás elaborar tus recetas preferidas con sabor a Gin Tonic y sin una gota de alcohol, apto para todos los públicos.
Una última recomendación. Si, finalmente, te decides a probarlo deberás tomarlo en el tiempo que dura este tema musical, que marida a la perfección con este coctel. ¡Que lo disfruten!