Gintonic VS absentta

¿Y si el gintonic fuera lo que la absenta al siglo XIX?

¿Y si, ahora que la ginebra se ha asentado como la reina y señora de las bebidas y destilados de moda en nuestro país, el gintonic fuera para la (exigua) caterva de nuevos artistas españoles lo que la absenta para los creadores del siglo XIX parisino?

Lejos de enmarañados postulados artísticos y de comparativas entre si tal o cual siglo fue más productivo en cuanto a arte se refiere que el actual, resulta innegable que el gintonic ha llegado para quedarse en nuestro país. Ya sea para disfrutar su sabor o para buscar inspiración en su esencia misma, el consumo de gintonic está hoy tan generalizado (en cantidad y a diferentes niveles sociales) como otrora lo estuvo la absenta. ¿Es (o pudiera ser) nuestro amado combinado la absenta del siglo XXI?

Absenta

Conocida como el hada verde o el diablo verde, la absenta (compuesta principalmente de ajenjo, hinojo y anís) fue sin duda la bebida de moda entre artistas y bohemios en el siglo XIX, principalmente en Francia y Europa Central. Sus efectos alucinógenos, así como su alteración del estado cognitivo y nervioso, sirvieron de común y continuo estímulo inspirador a escritores, pintores, actores y, a partir del siglo XX hasta su prohibición en 1915, a grandes ámbitos de la sociedad.

Lejos de su graduación (las cuales oscilan considerablemente entre unas marcas y otras), sus efectos tóxicos vienen dados por las “tujonas”, sustancia con propiedades analépticas y convulsionantes que puede resultar letal para el ser humano en sobredosis superiores a 60 mg. En la actualidad, su consumo y distribución está permitido en determinados países como España, vendiéndose las de mayor concentración de tujonas en torno a 35 mg. (máximo permitido en la UE).

Según asegura Gauguin en una carta a Theo (hermano del pintor holandés Van Gogh), “(…) La excitación parisina, la adicción al alcohol y el consumo de absenta, contribuyen todavía más a sumergir al artista en la fiebre constante que incluso sus creaciones no consiguen apaciguar. Las privaciones de estos últimos dos meses y la absenta han hecho el resto. El mundo estalla alrededor de Vincent como una granada madura” Esa misma noche, cuentan, se cortaría la oreja en un arrebato de locura y se la entregaría a una meretriz de confianza.

Absenta art

Viktor Oliva

Hoy, el consumo de absenta (prohibida aún en Francia) se ha reducido hasta niveles anecdóticos por su sabor amargo, las restricciones y controles legales… y por simples modas. ¿Es hoy el gintonic una forma más sofisticada, sabrosa y generalizada de bordear los sentidos cognitivos y “endulzar la realidad” al estilo de la absenta en el siglo XIX?

Lejos de crisis pasadas de excesivo consumo social como la que obligó en 1736 a prohibir la destilación y consumo de ginebra en Gran Bretaña (ley que tuvo que ser levantada seis años más tarde por los graves disturbios que a causa de tal se originaron), el gintonic es quizá lo único que a día de hoy tengan en común un joven hijo y su padre sentados en la barra de un bar.

Otrora consumida en tugurios, ayer consumida en coctelerías y hoy degustada en gastrobares gourmet, la ginebra y el gintonic han besado labios y bañado paladares de algunos de nuestros más destacados artistas actuales como J. Sabina, Álvaro Urquijo, Ana María Matute, Manuel Alcántara, Ángel González, E. Vila – Matas, José Luis Garci o Chema Madoz… ¿Qué pensáis? ¿Es el gintonic el resuello lábil de nuestros artistas de hoy como lo fuera la absenta?

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                                         Jean Béraud

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