amapola

Diccionario de botánicos: la amapola

Estamos hartos de verla por los campos, en primavera y en verano; entre los trigales, las cunetas, las medianas de las autovías, aportando una nota de color vivísima a la monotonía de los viajes. Para otros, sus delicados pétalos constituyen un entretenimiento momentáneo. Y para otros, un ingrediente para la ginebra. Con todos vosotros, la delicada, la humilde, la encarnada amapola.

Os confieso que no tenía ni idea de que la amapola podría encontrarse como uno de los botánicos de la ginebra, es decir, como uno de los ingredientes vegetales en la destilación. Ha sido un amigo quien, con la ficha de Bulldog delante (otro día seguiremos hablando de los poco habituales botánicos de esta ginebra), me ha demostrado lo que yo no me terminaba de creer.

Vamos con la presentación “científica”. La amapola que estamos acostumbrados a ver por ahí es la Papaver rhoeas, una de las muchas papaveráceas que en el mundo son. Ya sabéis, fanerógama, de unos 30 centímetros, hoja pequeña y dentada, flor escarlata de cuatro pétalos que antes se presenta en un capullo cerrado y luego da un fruto en forma de cápsula. La amapola de toda la vida, vaya.

Amapola, lindísima amapola, no seas tan ingrata…

Supongo que la mayoría os lo imaginabais; la amapola tiene propiedades sedantes y calmantes (no tantas como su prima la adormidera, claro). Sí, también se usan las semillas para ponerlas encima del pan… Aparte, en el norte de África se ha usado tradicionalmente para hacer cosméticos, y en la Liguria italiana como ingrediente del preboggion, una salsa.

Aparte de inspirar canciones y poemas sin cuento, también inspiró (como ya os anticipamos más arriba) a los creadores de Bulldog. Que yo sepa, esa es la única ginebra que lleva amapola. Una rareza, sin duda, aunque nada despreciable; considerada como ginebra contemporánea, la Bulldog encuentra en los aromas amargos que ofrece la amapola un complemento perfecto a otros botánicos más chispeantes de su lista.

Emplear la amapola como aromatizante implica un desafío importante. En primer lugar, porque es una flor muy delicada, difícil de almacenar fresca, por lo que usarla como adorno queda prácticamente descartado (salvo que tengamos un puñado cerca, lo que sería todo un triunfo). Infusionarla debe hacerse con precaución, sin sobrepasar ciertas cantidades, pues puede provocar cierto dolor de estómago. Yo lo dejaría para uno de esos picnics campestres a los que puedas llevarte una botella de Bulldog y dos de Fever Tree…

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