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Death’s Door, me da la vida

Un nombre muy evocador pero que recuerda más bien al bourbon para una ginebra que recuerda más bien al vodka. Es una broma. A medias. Death’s Door es una de esas ginebras, en esta caso estadounidense, rompedoras en cuanto a composición se refiere, aunque con buenos principios: ingredientes orgánicos y un proyecto aromático claro.

Death’s Door toma su nombre un estrecho sito en el lago Michigan, cercano al estado de Wisconsin. Lo local es para sus autores un principio fundamental (con notorios efectos en la antaño apagada economía de la zona). Todos los ingredientes proceden de la propia isla, o del estado. Además, con un nombre tan molón, normal que lo eligieran para bautizar a su ginebra…

La calidad de los ingredientes es la otra preocupación mayor para la destilería. Todo orgánico. Cebada malteada y un trigo especial procedente de Wisconsin, llamado “trigo rojo de invierno”. Por no llamarlo Rodrigo, imagino. Total, que esa es la base, y los botánicos son simplemente enebro, coriandro e hinojo. Sí, ya está. Una mezcla demasiado sencilla para una ginebra London Dry tradicional.

Una ginebra que casi no es ginebra, aunque rebosa enebro

De ahí la posible “confusión”, que los propios autores reconocen, entre Death’s Door y un vodka. En realidad, enebro no le falta, y la combinación no deja de ser realmente espectacular, sencilla pero arriesgada. Aunque el enebro predomina, sobre todo en nariz, el hinojo es un protagonista mayor. Su aroma, entre el apio y el regaliz, es poco anisado en boca en un primer momento, siendo los tonos más florales del cilantro los que sostienen el trago.

El final, anisado pero muy seco, ligero, nos recuerda que estamos bebiendo ginebra. Y una ginebra verdaderamente buena, hay que decirlo. Bastante melosa, con destellos cálidos, terrosos, inesperados, propios del abundante linalool que lleva. No, no era vodka, finalmente. Es una ginebra distinta, pero respetable (aunque sólo sea por sus 47 gradazos alcohólicos).

El perfect serve de Death’s Door está por descubrir (como la propia ginebra en España, en efecto). Tal vez una 1724, bayas de enebro y un palo de regaliz sean el mejor acompañamiento posible. Por otro lado, casi cualquier cosa puede complementarla y llevarla en una u otra dirección: una hierba cítrica, una fruta mentolada, una especia picante… Death’s Door tiene otra virtud: es una ginebra ideal para experimentar, lo que la convertirá en una de las favoritas de los ginebreros más aventureros.

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