Locales Gin Club

ALEXANDER: EL JARDÍN DE LA COCTELERÍA, EL EDÉN DE LOS SENTIDOS. (I)

Hay cosas en la vida que no pueden explicarse con palabras, simplemente hay que vivirlas.

Granada tiene el encanto y la esencia de lo único. De lugares que deben ser vividos, donde las palabras que uno emplea para describirlos  suenan huecas y vacías y solo desvirtúan la magia y naturaleza de lo autentico. Ese es su encanto y su malafollá.

Sitios donde uno solo debe dejarse llevar por todos los sentidos, olvidando toda norma preestablecida, todo perjuicio creado; en definitiva, sentirse verdaderamente vivo durante un instante. Esta es la impresión que uno tiene cuando se adentra en el Alexander, un local imposible de transcribir, ni de imaginar y que todo aquel que haya vivido esta experiencia sabrá de lo que hablo.

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Con más de cuarenta años de vida, nadie puede tildarlo de oportunista ni de haber nacido al calor de una moda. Su filosofía ha sido siempre clara y a pesar de ser un gran desconocido para el pequeño gran público local, ahí sigue, siendo todo un referente en el mundo de la coctelería a nivel mundial (me atrevo a decir).

Su estética recupera a los Speak Easy de Ley Seca, locales casi clandestinos, alejados de los centros de ocio y turismo,  fuera de grandes avenidas y del bullicio. Lugares que, para encontrarlos, tienes que ir en su busca, como todo lo esencial de esta vida.gin tonic

No esperes luminosos, ni colas en su entrada.  Una modesta fachada sin más distintivo que una pequeña placa, indica el templo de culto de todo enamorado de la coctelería en la ciudad de La Alhambra. En lo mundano y anodino de cualquier calle residencial aparece una puerta labrada en uno de los materiales más nobles de la humanidad, la madera, como si las mismísimas puertas del cielo se abrieran.  Cruzas su dintel, la luz baja súbitamente y el telón, tan negro como la noche, te recibe dando paso al teatro de bar, el verdadero espectáculo de la vida para tus sentidos.

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Un cálido saludo te acoge  y  ni siquiera habrás recaído en su decoración profusa, en los cientos de recuerdos de toda una vida, que cuelgan de sus paredes. Un club inglés de la época Victoriana, un local de los años 20, un elegante y refinado salón de  señores con chistera bebiendo coñac…. Cualquier historia puede ser imaginada en su interior. Cada rincón es un bodegón vivo y único, como si observaras un lienzo en el que se superponen armoniosamente las grandes obras de arte de toda la humanidad: la luz de Caravaggio,  la composición de Velázquez y la lírica de Rubén Darío y Neruda, mezclado, todo,  en una frágil coctelera japonesa y servido con luz tenue, porque lo que de verdad brilla con luz propia es la coctelería. Elixires clásicos, exóticos, tropicales, de autor, de vanguardia….

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Un jardín del edén escondido para aquellos noctámbulos que prefieren seguir viviendo en las horas de penumbra de un modo relajado, lejos de todo lo convencional y “extra-ordinario”  del ocio nocturno. Todo cuidado hasta el extremo, su música no es estridente, si no que está creada para seguir cautivando y activando nuestro sensores placenteros, transportándonos a un mundo paralelo dentro de la misma ciudad,  pero tan alejados de ella.

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Una muestra de un hielo artesano

Pero para descubrir más de este emblemático lugar, deberás de esperar al siguiente artículo donde seguiremos desgranando los entresijos de este jardín de ensueño.

Fotografías Juan Fernández y Alexander

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