naranja

Diccionario de botánicos: la naranja

¿Cómo es posible haber llegado hasta aquí en nuestro diccionario de botánicos sin haber hablado todavía de ella? Bueno, nunca es tarde para hablar de la naranja, uno de los botánicos por excelencia de la ginebra y uno de los aromáticos clásicos en las presentaciones del gin tonic. Primero sobreutilizada, luego minusvalorada, es el momento de hacerle justicia.

La amplia familia de la naranja (citrus x sinensis), incluida a su vez en la parentela todavía más amplia de los cítricos, lleva con nosotros desde ni se sabe cuándo. Procede de la India y el Sudeste asiático, pero hoy sus múltiples variantes (navel, blancas, sanguinas, sucreñas…) se cultivan por todo el mundo, principalmente para consumo alimentario (en mesa o en zumo).

La rodaja viene sustituyéndose por la naranja deshidratada

Es una fruta que aguanta muy bien el paso del tiempo, por lo que fue una de las primeras en enviarse relativamente lejos (en su tiempo fue la primera fruta “exótica” y su consumo marca de cierto estatus social). Un zumo de naranja fresco es, así, una delicia a la que estamos más que acostumbrados, y su sabor agridulce es fácilmente reconocible. También sus aportes vitamínicos, sus aceites esenciales y flavonoides, buenos… en fin, para todo.

La amplia variedad de nranjas permite un amplio margen de combinaciñn

Rara es la ginebra que no lleva naranja. En efecto, la piel seca de la naranja forma parte de las composiciones básicas no sólo de la ginebra London Dry, también de cualquier jenever, sloe gin o compuesto alcohólico con el enebro como protagonista. Porque, en efecto, la dulzura seca de sus aromas encaja perfectamente con el amargor del enebro, y su poderosa fragancia entre el limón y el azahar le da ese puntito ácido tan apreciable.

Aún así, hay algunas ginebras directamente centradas en la naranja. Es el caso de la William Chase Seville Orange, o de la edición limitada “Sevilla” de Beefeater. Y no son las únicas, aunque en otros casos (las ginebras “mediterráneas”) va asociado siempre a la piel de limón, creando un duo más crispy, que dicen los ingleses.

En cóctel tenemos dos opciones: realzarla o convertirla en complemento. Dado su protagonismo tradicional, hoy en día tiende a evitarse o a ocultarse; craso error. Con la William Chase de antes, una tónica seca (1724 por ejemplo) y un twist de piel de naranja ya tenemos un pequeño festival de la naranja. Se lleva muy bien con dulces y cítricos florales como la rosa o el tomillo.

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