En la segunda mitad del siglo XVIII, un franciscano mallorquín bautizado como Miguel Serra Ferrer (sin parentesco con el entrenador de balompié) se dedica en cuerpo y alma a la evangelización de las remotas tierras occidentales de California, fundando varias misiones que darían lugar a poblaciones como San Francisco o Los Ángeles. El franciscano, recientemente canonizado, adoptó desde los 16 años, al hacer sus votos, el nombre de Junípero.
Un par de siglos después, a finales de los noventa del siglo pasado, un emprendedor de orígenes alemanes llamado Frederick Maytag fundó (o refundó) en San Fracisco la Anchor Distilling, una compañía que viene conociendo desde entonces tiempos gloriosos gracias a su filosofía de base: trabajo artesanal y riguroso respeto a las esencias de la ginebra. El profeta de la microdestilería, que se anticipó un par de lustros al menos a esta tendencia mundial.
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Desde 1997, Junípero (bautizada no tanto en honor al misionero como aprovechando su insólito nombre, tan ginebrero) viene arrasando en los certámenes internacionales y aún se la considera una de las mejores ginebras del mercado. Se basa en una presentación sencilla aunque elegante y sobre todo un contenido sin concesiones a la creatividad de los nuevos iluminados de la ginebra; esta ginebra sabe a ginebra, y punto.
¡Fue la primera ginebra post-Ley Seca de EEUU!
Eso no quiere decir que sea un licor de enebro: se reconoce el trípode básico (enebro, coriandro, angélica) pero también son claros y adecuados los aromas cítricos y especiados que cabría esperar. Los botánicos son secretos, pero entre ellos se rastrea fácilmente el regaliz. En fin, una London Dry de libro, de corte clásico, seca y aromática, muy seria.
Ya tenía yo ganas de hablar de una ginebraza como esta. El proceso de destilación se hace en un alambique pequeño. No se realiza de forma continua, sino en pequeños lotes, y alcanza 49.3 grados, lo que evita el proceso de filtrado en frío tan común en otros destilados. En fin, como podrías hacerlo tú en casa si te lo tomaras en serio. Completamente ajena a las modas.
Ni te atrevas a destrozar un gin tonic de Junípero echándole calabaza o bayas goji o cualquier otra chorrada que se te ocurra. Si tienes que mezclarla (porque sola se defiende estupendamente) sírvela con una buena tónica premium clásica, un twist de limón o de lima, y si te encuentras muy barroco, unas bayas de enebro o un palito de regaliz. Y punto.