En 1736, el rey Jorge II de Inglaterra impuso a sus cada vez más alcoholizados súbditos una nueva tasa: cincuenta libras pagaría cada destilador de ginebra del país, o sea, casi cualquiera. Más allá del éxito o fracaso de la medida (juzgad vosotros mismos), aquello inspiró a la gente de Thames Distillery para crear en 2010 una flamante ginebra a la que llamaron Fifty Pounds.
Y es que Fifty Pounds exuda tradición por todos sus poros. Empezando por la receta, que ha sido rescatada de dos siglos atrás, al parecer vuelta a la vida por los descendientes de aquellos destiladores “independientes” que pasaban de impuestos. Su aspecto inspira seriedad y formalidad: una botella de las llamadas gin case, oscura, opaca, con una elegante etiqueta transversal. La graduación alcohólica, 43,5%, también.